Manifiesto unitario:
Hace 87 años, un esperanzador 14 de abril de 1931 cerraba largos años de opresión, abusos y oscurantismo, protagonizados por los Borbones y su séquito de oligarcas, corruptos y militarotes. Aquel día, se abrió un período de avances democráticos, sociales y culturales.
La actual situación política muestra, una vez más, tanto la incapacidad del régimen del 78 para resolver los problemas de nuestro país, como sus vínculos con el fascismo del cual es directo heredero, a través de la monarquía impuesta por el dictador Franco. Un régimen, por tanto, doblemente falto de cualquier tipo de legitimidad democrática y sobre cuya forma de Estado, monarquía o República, nuestros pueblos jamás pudieron expresar su voluntad.
El Estado monárquico, verdadera dictadura coronada al servicio del capital (“los mercados”), muestra hoy su verdadera cara en medio de la larga agonía que atraviesa desde ya hace varios años. La abdicación exprés de Juan Carlos I, lejos de resolver sus problemas como se pretendía, ha venido a demostrar que la Corona es parte del problema. Así se puso de manifiesto en particular el pasado 1 de octubre, cuando Felipe VI se alineó abiertamente, como era de esperar, con la reacción, respaldando la violencia del Estado en Cataluña contra un ejercicio de democracia que atacaba directamente a las bases de su trono y del sistema oligárquico al que representa. Pero el 1-O fue tan solo un hito en el ya largo recorrido del Estado por la senda del autoritarismo y la fascistización: la implantación de las leyes mordaza y su cada vez más asfixiante aplicación, en contra de artistas y militantes de la izquierda, recurriendo a una aplicación del delito de odio que va en contra de cualquier sentido del derecho y de las mínimas apariencias de democracia, así como el papel cada vez más abiertamente represivo de los tribunales –especialmente agresivos contra los derechos de las mujeres trabajadoras-, junto a una creciente permisividad hacia las bandas fascistas, muestran a las claras que el régimen monárquico es irreformable y que la podredumbre afecta ya a todas sus instituciones. El reciente acuerdo de PP, PSOE y C’s para hacer caso omiso de la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, pese a formar parte del mismo entramado europeo al que tanto aprecian cuando se trata de aplicar las medidas neoliberales, es todo un símbolo de esta realidad y delimita los campos entre demócratas y reaccionarios.
Pero esta deriva autoritaria no se explica tan solo por el origen franquista del marco jurídico e institucional del 78. Responde asimismo a los intereses de la capa de oligarcas que han venido utilizando al Estado para proteger sus intereses particulares, y que ahora están descargando el peso de la crisis económica sobre la población trabajadora. A su dominio se deben la penuria de las pensiones, la aplicación de las sucesivas reformas laborales, el desmantelamiento de los servicios públicos como la sanidad y la educación, los salarios cada vez más míseros, los desahucios de familias trabajadoras, un modelo productivo basado en la especulación y el beneficio a corto plazo, la emigración de decenas de miles de nuestros jóvenes, el mantenimiento de un enorme fraude fiscal, etc., etc. Mientras tanto, sí parece haber dinero suficiente para rescatar bancos y autopistas, mantener curas –pedófilos incluidos-, comprar armamento y enviar tropas a colaborar en el asesinato de poblaciones inocentes. Una situación tan terrible que solo pueden mantener incrementando la represión contra cualquier voz disidente: huelguistas, tuiteros, cantantes o barrios enteros.
El régimen monárquico del 78 no tiene nada que ofrecer a los millones de trabajadores y trabajadoras que padecemos su opresión económica, política, de género, cultural o de cualquier otro tipo. Por el contrario, ha demostrado sobradamente que su lugar es el basurero de la historia.
Sin embargo, todos sabemos que nadie nos va a regalar nada, que para que nazca algo nuevo es condición indispensable que lo viejo muera y que el bloque de poder que sostiene al régimen no va a dejar paso voluntariamente a un orden de cosas más democrático e igualitario. Es necesario salir a la calle y plantarle cara en todos los ámbitos de la sociedad y la política: en el barrio, en la fábrica, en las aulas, en los ayuntamientos, en el ocio y en la cultura, en los polígonos, debemos alzar la voz y organizarnos para hacer posible una República de mujeres y hombres libres e iguales en derechos, de ciudadanos y pueblos soberanos, sin ataduras con el imperialismo, sus guerras y sus instituciones, que favorezca la extensión de la cultura y haga retroceder el oscurantismo religioso, y en la que sea posible devolver su dignidad y su lugar a la memoria de la lucha de nuestros pueblos por la democracia y contra el fascismo. Una República que dé respuestas efectivas a los graves problemas que están atravesando millones de familias trabajadoras.
Es necesario, por tanto, romper con este régimen podrido para construir esa República sobre nuevas bases. Un primer paso para ello, y para desarrollar la organización y la lucha de las clases trabajadoras, puede ser movilizarse en torno a una demanda básica: dar voz al sentir de nuestros pueblos en contra de lo existente, organizar una consulta popular sobre la opción entre monarquía o República.
Llamamos, pues, a todas las gentes que viven de su trabajo, mujeres y hombres, jóvenes y mayores, obreros y estudiantes, a salir a la calle el próximo 14 de Abril para expresar estas aspiraciones, a movilizarse para poder darles voz en una consulta popular y a organizarse para seguir peleando por construir un nuevo país, para hacer realidad la Tercera República.
¡Viva la República!
Elx, 14 de Abril de 2018
Firman el comunicado:
Republicanos (RPS) – Hiparquía – Libéralo – Partido Comunista de España (marxista-leninista) (PCE m-l) – Partido Socialista Federal (PSF) – Partit Comunista del País Valencià (PCPV) – Círculo Altabix de Podemos – República en Marcha